La producción de energía solar en los espacios habitados por firmantes del Acuerdo de Paz, ex guerrilleros que dejaron sus armas hace años cuando firmaron un tratado con el Estado colombiano, se abre paso como una opción de democratización de la energía en poblaciones olvidadas, y de aporte a la transición energética con enfoque de reconciliación y construcción de paz.
Fotografía: Medellín - Firmantes de Paz cocinando en el predio “La Laguna”.
Colombia atraviesa su sequía más intensa desde 1995. Desde los hoy reducidos embalses, se produce el 70% de la electricidad del país y se suministra el agua a las grandes capitales. El fantasma de un corte de agua se pasea por los hogares de los ocho millones de habitantes de Bogotá; mientras tanto, en el Caribe, en la vereda La Unión, donde aún se alumbran con velas porque todavía no cuentan con suministro eléctrico, el campesinado celebra la puesta en marcha de la primera Comunidad Energética de Paz del país: está ubicada en corregimiento de Concejo, municipio de Fonseca, departamento de La Guajira.
Sus vecinos, los ex combatientes de las FARC-EP fueron postulados a un apoyo de cooperación internacional y, tras un par de años de alistamiento, el proyecto está listo para dar marcha.
En total son 200 familias las que se beneficiarán de forma inmediata, en la Ciudadela de Paz, con la energía solar, mientras otros cientos a la par con sus proyectos productivos agrícolas también harán uso de esta energía limpia en el municipio de Conejo.
En tiempos de preocupaciones para el resto del país, y desde uno de los departamentos más pobres de Colombia, pareciera que la justicia que promete la transición energética empieza a materializarse.
“Como en los tiempos de antes utilizamos velas y focos de mano con baterías para iluminarnos, carbón para cocinar, y aquel que tiene un teléfono baja al pueblo, carga el móvil durante dos o tres horas, y el tiempo que le dura la carga puede estar comunicado, de resto quedamos completamente incomunicados”, relata Rosa Guerra, presidenta de la Junta de Acción Comunal de La Unión, vereda donde se ubica la Finca San Luis donde está el amplio terreno que se convierte desde ahora en un parque solar.
“Siempre hemos trabajado de la mano de los firmantes. Ahora vamos a poder tener electricidad en las casas y a mejorar muchos procesos para la producción en las fincas, por ejemplo, las gallinas de engorde van a tener luz para seguir alimentándose en la noche”, agrega Guerra.
Según el Índice de Pobreza Multidimensional (PMI), presentado por el gobierno a finales de 2023, la región colombiana más pobre es el Caribe, justamente donde se ubica el abandonado departamento de La Guajira, reconocido por la escasez de agua y la desnutrición infantil.
Con “El Sol del Perijá” -como se titula la Comunidad Energética que nace en Fonseca- un poco más de dos centenares de hogares podrán superar el flagelo de la desconexión o los altos costos en el pago de los servicios públicos. Así mismo, la producción de lácteos, el cultivo de alimentos, la cría de gallinas y otros animales para la alimentación y la comercialización se verán beneficiados. Por eso, superar la democratización de la energía en este rincón caribeño es una promesa esperada por años que genera ahora enormes expectativas.
Medellín - Firmantes de Paz recorriendo en el predio “La Laguna”.
“Nuestra primera aspiración es que este proyecto sea transformador del territorio (…) Estamos en la fase de alistamiento y estudios previos. En este potrero -señala una extensión de tierra con pasto de tres hectáreas- estaría funcionando el sistema de producción de energía fotovoltaica. En los bajos de las instalaciones se va a aprovechar para cultivo o para cría de ganado”, describe Benedicto González, firmante del Acuerdo y uno de los líderes del Espacio Territorial de Reincorporación y Capacitación (ETCR). “Con este proyecto estamos soñando poder superar el flagelo que hemos tenido en el Caribe de las altas tarifas.”
Fogata.
En Colombia, 1 de cada 5 personas (9,6 millones de colombianos) se encuentra en situación de pobreza energética, siendo las zonas rurales, como esta donde habitan los otrora guerreros junto a sus familias, donde se presenta la mayor brecha: la pobreza energética es 11 veces mayor en estas zonas rurales en comparación con la de los centros urbanos, según el Índice Multidimensional de Pobreza Energética, IMPE.
En diciembre de 2016, tras varios años de diálogos en La Habana, Cuba, la guerrilla más antigua de América Latina, las FARC, firmó un Acuerdo de Paz con el Estado colombiano poniendo así fin a más de medio siglo de confrontación armada. Hoy, tras ocho años de la puesta en marcha de tratado de paz, la transición energética se abre paso como una forma de consolidar y cuidar la vida en ciudadelas donde los ex guerrilleros y sus familias adelantan su regreso a la vida civil de la mano de comunidades que se benefician junto a ellos de las transformaciones del territorio.
De entre más de 20 ETCR del país, el de Fonseca fue priorizado gracias al potencial energético que posee por su ubicación geográfica, “la cual favorece la disponibilidad de energía por la irradiación solar promedio”, describe la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN). El proyecto incluso transformará el abastecimiento de agua al contar con suministro para los sistemas de bombeo en los pozos en un territorio afectado por explotación de minería carbonífera.
Por eso, y las amenazas y asesinatos persistentes en el país hacia líderes que defienden el medio ambiente, la puesta en marcha de la Comunidad Energética Sol del Perijá es una noticia de esperanza, aunque su día inaugural haya estado marcado por un sinsabor.
“Ese día estábamos muy contentos y se suponía que iba a ser un día muy importante y feliz”, describe Guerra -wayuú firmante del Acuerdo- “pero desafortunadamente pasadas las seis de la mañana nos enteramos del asesinato de Oliverio (Elider Díaz) quien lideraba una asociación de firmantes y líderes campesinos reclamantes de tierras, también trabajaba en la mesa étnica y lideraba un proceso con el pueblo Wiwa”.
Elider era firmante del Acuerdo, escolta y padre de dos niñas y recibió varios impactos de bala en el municipio de Fonseca horas antes del evento de apertura de “Sol de Perijá”.
La justicia pues, para pueblos como estos, no solo se traduce en la llegada de la energía sino en las garantías para la vida que, en parte, se saldan con la producción solar que resuelve conflictos como la propiedad de la tierra, la producción económica, la relación ambientalmente respetuosa con el territorio, el abastecimiento de agua, la alimentación y la superación de la pobreza.
“Haciendo estos proyectos estamos construyendo la paz. Estamos sanando el territorio, estamos heridas, y estamos sanando nuestros corazones”, dice Guerra, madre de dos hijos, quien buscando oportunidades se desplazó a un pueblo vecino y ahora está emocionada de regresar a la finca San Luis.
La guajira - Uso de electricidad finca San Luis
El de Fonseca es el primer ETCR en conformar una comunidad energética asegurando recursos monetarios y confianzas en medio de una Alianza Público Popular, figura que implementa la política nacional de desarrollo del actual gobierno del presidente Gustavo Petro y que promueve las juntanzas con las organizaciones populares, además de las empresas privadas.
Por eso, en “Sol del Perijá” son socios de la Cooperativa Coompazcol, la empresa Generadora y Comercializadora de Energía del Caribe S.A. (GECELCA) y la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) del gobierno nacional. Y en cinco años, serán las y los ex combatientes desde su cooperativa quienes continúen a cargo de la Comunidad Solar.
Geiner Arrieta
“Se viene la formación en las escuelas de transición energética justa y luego un diplomado para el mantenimiento y operación de la planta. La transición energética es una apuesta al cambio y a la justicia porque no es justo que tengamos que pagar altas tarifas de energía teniendo cómo producirla, no es justa tanta huella de carbono; además la transición también debe llevar al autosostenimiento y en nuestro caso junto a las comunidades”, describe Geiner Arrieta, uno de los firmantes de Paz que entregó su fusil en el ETCR de La Guajira hace ocho años y sigue comprometido con la paz.
En Medellín, en la Finca La Laguna, que estaba en manos del narcotráfico y fue entregada a firmantes del Acuerdo de esta ciudad, también sueñan con una comunidad energética que -en medio del negacionismo sobre el cambio climático- les permita no solo aportar a la producción de energías limpias para su finca sino para una ciudad donde, paradójicamente, las familias sin acceso a la energía y servicios públicos aumentan cada día.
En La Laguna, ubicada en un rincón rural de Medellín -el corregimiento de Palmitas-, carecen de abastecimiento eléctrico, y por ello han decidido tocar puertas en el Ministerio de Minas y Energía para estudiar la posibilidad de tener una comunidad energética solar. Así mismo, están plantando especies como yarumos y otras para la conservación del agua que abastece la ciudad, y cultivan un vivero con el cual piensan reforestar zonas urbanas como un aporte a las víctimas del conflicto armado y el medio ambiente.
Entre tanto, en el ETCR de Tumaco, departamento de Nariño, ya inició la instalación de paneles solares, y en el vecino departamento del Chocó, en el Pacífico, otra ciudadela de firmantes -en el llamado Kilómetro 8-, otro colectivo fariano espera la instalación de una comunidad energética para su proyecto de piscicultura.
Según la UPME, hoy se producen 1,3 GW de electricidad en operación comercial en Colombia gracias a proyectos solares y existe un adicional de 0,5 gigas en proyectos prueba, representando así el 10% aproximadamente de la generación de energía en Colombia en contraste con un 70% que se genera en hidroeléctricas. Que los firmantes del Acuerdo de Paz y las comunidades rurales y urbanas con las cuales caminan en su reincorporación lideren la puesta en marcha de más comunidades energéticas sería, como lo demanda la crisis climática , una revolución hacia la descarbonización en armonía no solo con la naturaleza sino hacia la justicia social y la reconciliación.
Esta historia fue producida en el marco del proyecto Narrar la TEJ, impulsado por las organizaciones de la Alianza Potencia Energética Latam.