MÁS ALLÁ DE LOS PANELES SOLARES: LECCIONES DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA JUSTA EN MEDELLÍN

Texto: Maria Fernanda Padilla Quevedo @mafepaque
Fotos: Diana Carolina Martínez López @Semilla_de_barrio (IG)

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Retrato de Esneda Ramírez, lideresa del proyecto, en la parte trasera de la huerta comunitaria. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

Retrato de Esneda Ramírez, lideresa del proyecto, en la parte trasera de la huerta comunitaria. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

Vecinos de cuatro zonas de la segunda ciudad más importante de Colombia, Medellín, han implementado iniciativas, principalmente solares, para obtener energía eléctrica a pesar de la falta de capacitación técnica. En la marcha, han aprendido que no se trata solo de poner paneles sino que es una fórmula que no debe dejar de lado a la comunidad.

James, Christian, Nancy y Albeiro recorren la ladera del barrio El Pacífico para hacer monitoreo del suministro del agua y posibles riesgos. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

James, Christian, Nancy y Albeiro recorren la ladera del barrio El Pacífico para hacer monitoreo del suministro del agua y posibles riesgos. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

La quebrada La Rafita arrasó súbitamente con todo a su paso el 18 de septiembre de 2020. Tres casas quedaron en sus cimientos y una decena más terminaron inundadas en el barrio El Pacífico, en Medellín (Colombia). Era la una de la tarde. “Esto era una tragedia total. Cuando llegó la noche todo estaba oscuro, no se veía”, recuerda Nancy Quirós, una de las integrantes de la Junta de Acción Comunal. Los bomberos llegaron al anochecer a la zona. Trabajaron sin alumbrado público que facilitara el rescate de la gente atrapada en los que fueron sus hogares.

Nunca había luz en los callejones del barrio, ubicado en las laderas de una de las montañas que rodean la ciudad. Los habitantes, en su mayoría víctimas del conflicto armado de Colombia, habían aprendido a vivir sin alumbrado público, ante la falta de mantenimiento de las Empresas Públicas de Medellín (EPM). 

Evitaban salir cuando se ocultaba el sol y, si era inevitable, alumbraban con sus celulares los recorridos por las estrechas escaleras de cemento que conectan a las casas. La tragedia del 18 de septiembre les llevó a buscar una solución.

La primera fue una turbina pelton, que construyeron con cucharas para servir la mazamorra (una sopa típica de Medellín), una rueda de una bicicleta, baterías de computador y pilas eléctricas recicladas. Aprovecharon el agua sobrante del acueducto comunitario para que, con su fuerza, hiciera girar la turbina. Al conectar este sistema a un generador, lograron generar la electricidad que hoy ilumina la sede de la Junta de Acción Comunal. Después, llegaron los 8 paneles solares, que gestionaron con recursos propios de la comunidad y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Los ubicaron en las zonas clave para la gestión comunitaria de riesgos y para alumbrar la ruta de evacuación.

Con estos proyectos, El Pacífico se alineó con el concepto de transición energética, un proceso que busca sustituir los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables para abordar el cambio climático. Sin embargo, en el barrio fueron más allá para que los habitantes participaran en el diseño, construcción, instalación y administración de la energía. Hicieron suyo el concepto de autonomía energética, pues no se trataba solo de encender una luz, sino de gestionar su propia electricidad.

Pero, El Pacífico no ha sido la única comunidad que ha explorado nuevas fuentes de energía. En Medellín –la segunda ciudad más importante de Colombia con cerca de 2 '600.000 de habitantes–  existen al menos otras tres iniciativas vinculadas a la energía solar. Después de años de ensayos y errores, estas experiencias han acumulado aprendizajes clave para hacer una transición energética justa. Es decir, una transición que vincule a las comunidades, respete sus derechos y beneficie al ambiente.

La rueda peltón construida con materiales reciclados, en su mayoría, y gracias a los saberes de soldadores del barrio. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

No es solo instalar paneles solares

Los paneles solares en el barrio La Estrecha, un sector de calles empinadas, adquirieron en poco tiempo una fama inesperada. Rodrigo García recuerda que fue su hijo quien llevó el primer panel a la casa para poner a prueba un piloto que habían desarrollado con la Universidad EIA desde el año 2019. ¡Funcionó! La factura de energía de la familia García disminuyó en un 20 a 30 por ciento (de lo equivalente a 18 dólares en moneda local, pasó a 15 el primer mes), y el dispositivo seguía funcionando sin inconvenientes.

Dado su éxito, 23 familias más se vincularon. EPM y la EIA pusieron 46 paneles en los techos más altos de tres viviendas. Así, se convirtieron en el primer barrio energético de Colombia.

Panorámica de los paneles solares ubicados en los techos de las casas de La Estrecha. Fotografía: María Fernanda Padilla Quevedo

Sin embargo, en diciembre de 2023, el proyecto llegó a su fin. Para evitar que todo lo que habían construido desapareciera, la comunidad se organizó. La Estrecha es hoy un generador distribuido de Colombia: produce energía a través de paneles solares para venderla a comercializadores, como EPM. 

El excedente entre la energía que consumen y venden, se convierte en ganancias que se dividen entre los vecinos. Aunque todos los meses varía por la intensidad del sol y el valor de la energía en el mercado, las utilidades pueden oscilar entre los 93 y 210 dólares (es decir, 400 y 900 mil pesos colombianos).

Beatriz Tamayo cambia uno de los bombillos de su hogar. Fotografía: Diana Carolina Martínez

Andrés Castaño, representante legal de la comunidad solar La Estrecha, asegura que -en estos  meses de operación autónoma- se han dado cuenta de algunos vacíos, relacionados con la información, porque no tienen conocimientos técnicos sobre la energía. “Cuando llegaron al barrio hablaban cosas muy técnicas y la gente no entendía. Se dieron a la tarea de hacer dinámicas lúdicas, presentaciones y las cosas quedaron más claras. Pero aún hay vecinos que no comprenden”.

La falta de claridad sobre el funcionamiento del sistema, para Castaño, ha dificultado la autonomía del proyecto, pues no tienen presentes conceptos para interactuar con las empresas y para que más personas se puedan vincular. “Sería útil que explicaran cómo se recolecta la energía, los beneficios que tienen implementar estas iniciativas y qué significan algunos términos de la factura, como factor de arranque, porque muchas veces quedamos con dudas”, comenta.

Esta falta de capacitación técnica no es un problema exclusivo de La Estrecha, las lideresas de Huertas de Paz también han enfrentado desafíos al gestionar su proyecto. Hace dos años, una fundación les entregó un horno solar que capta energía del sol mediante espejos, el calor acumulado cocina los alimentos o ayuda a deshidratar plantas aromáticas, como es el caso en las Huertas. Sin embargo, el aparato se quemó en el incendio de una de las casas del sector, el 9 de septiembre de 2023. Después, les entregaron uno más pequeño. 

Esneda Ramírez, lideresa del barrio, cuenta que ha habido dificultades para que el proyecto sea sostenible pues no han tenido la capacitación suficiente para optimizar el uso del horno. “Hace falta un técnico que dé la teoría de la importancia del horno porque no lo sabemos valorar. Me explicaron cómo secarla y usarlo, pero las demás personas ven que es difícil, que requiere de paciencia y no ven los beneficios que nos puede generar para tener un sustento de eso”, lamenta.

Otro obstáculo para usar plenamente el horno han sido las condiciones climáticas, dado que en Medellín suele haber días nublados y precipitaciones intermitentes, principalmente en los barrios de la montaña como Santo Domingo. Estas condiciones les demanda estar pendiente de girar el horno a medida que cambia de posición el sol o resguardarlo si viene la lluvia, para que la humedad no afecte el secado de las plantas. 

“El horno trabaja bien, pero es mejor en lugares calientes como la costa, donde haya mucho sol. El clima de acá no se presta para un secado rápido porque el calor se pierde si cae agua”, lamenta Ramírez. Dada esta situación, solo ella -de las 16 personas que conforman Huertas de Paz- ha asumido la tarea con paciencia y esperanza de que funcione.

Esneda Ramírez junto al horno solar deshidratador mientras sostiene una bolsa con hierbas deshidratadas. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

Para minimizar las barreras, en el barrio El Pacífico se ha impulsado la Escuela Popular de Autonomías. En este espacio se ha seguido un proceso pedagógico para reflexionar acerca de las necesidades energéticas y las herramientas que tienen en la zona para generar energía. Esto ha facilitado que los habitantes, incluidos niños y niñas, participen en la construcción de los dispositivos, como la rueda pelton, o de la instalación de los paneles, y comprendan cómo se genera la electricidad. 

“La autonomía energética implica que no dependamos de otros sino entender que tenemos derecho a ser parte del proyecto. Evita que alguien nos discrimine y nos haga a un lado en una lucha que estamos dando todos”, dice James Rúa, líder de El Pacífico. 

Para él, la apropiación del conocimiento tiene que ser un proceso colectivo e individual de interés por vincularse al proyecto. “En la mayoría de lugares llegan las iniciativas energéticas, montan los paneles solares y se quedan ahí. Piensan que después llegará alguien a repararlo. La idea es ser partícipes de ese conocimiento para saber cómo repararlo”, agrega.

 

Juancho Valencia, director de Puerto Candelaria y co-fundador de Merlín Producciones. Fotografía: Diana Carolina Martínez López

Para impulsar proyectos de transición energética justa, todos coinciden en la necesidad de que la comunidad tenga sentido de pertenencia del territorio e impulse las iniciativas. Antes de establecerse en La Estrecha, la Universidad EIA intentó implementar los paneles en la Comuna 13 de Medellín. Sin embargo, la mayoría de los habitantes vivían en arriendo y no tenían cohesión, según Rodrigo García. 

Sofía Carvalho, quien hace parte de Producciones Merlín, una compañía que ha vinculado la energía solar en la producción musical, destaca la importancia de construir redes de apoyo.“Este es un camino incómodo, que posiblemente lleve más tiempo, dinero y reflexión, pero es necesario. Se debe buscar una red de apoyo porque este es un camino solitario. A veces es remar contra la corriente. Con esa red se comparte conocimiento, acciones y frustraciones”, afirma Carvalho.

No obstante, esta es una de las debilidades actuales en Medellín, dado que de las cuatro iniciativas consultadas ninguna ha tenido contacto con la otra. 

Sobre Merlín, esta productora lleva dos años vinculando los paneles a su trabajo, desde que la empresa Celsia les donó un techo solar y se ha convertido también en otro generador distribuido del país. Produjeron La Sinfonía de los Bichos Raros, el primer disco hecho 100% con energía renovable en la productora, con el enfoque de transformar las formas de consumo del público y su relación con la naturaleza.

 

Los desafíos de la TEJ en las ciudades

Aunque los proyectos de transición energética se han concentrado en la ruralidad de Colombia, como una forma de suministrar energía eléctrica a las zonas que no cuentan con esta, resulta obligatorio que se empiece a impulsar también en las ciudades. 

Juan Pablo Soler, investigador del área de Justicia Climática y Energía de Censat Agua Viva, una organización ambiental, afirma que es en la urbe donde se concentra la principal demanda de energía en el país.

Según datos de XM, la administradora del mercado eléctrico en Colombia, en 2021, la demanda de energía del Sistema Interconectado Nacional (SIN) fue de 74,117 GWh, lo que representa un aumento del 5,51 % en comparación con 2020 y del 3,12 % frente a 2019.

Con la llegada de los paneles solares han aparecido nuevas empresas de servicios. Fotografía: Diana Carolina Martínez

Las cifras en 2024 no parecen cambiar. Durante el primer trimestre, el consumo energético aumentó en todas las regiones: Antioquia registró el mayor incremento con un 12,57%, alcanzando los 945 GWh mensuales. Esto se debe, en gran medida, a las actividades industriales, comerciales, y de construcción, principalmente en las ciudades, como indica la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME)

Para Soler, a pesar de que Colombia lleva más de 20 años explorando la transición energética, las iniciativas han sido limitadas por la falta de regulación clara y voluntad política. Cuestiona que hay una ausencia de justicia hacia las comunidades que han impulsado estos proyectos en las ciudades, porque los incentivos se concentran en las grandes empresas privadas o en las zonas rurales, para suplir la ausencia del SIN en ciertas zonas del país. Asimismo, agrega que las experiencias urbanas enfrentan desafíos adicionales, dado que cuando se implementan soluciones tecnológicas no concuerdan con las necesidades reales de las comunidades.

No se trata solo de instalar paneles solares, sino de adaptar proyectos que consideren los contextos sociales y territoriales, y de cambiar los patrones de consumo excesivo.

Violeta Garrido, investigadora en el área de Filosofía de la Universidad de Granada, cuestiona, además, que se está depositando la transformación ambiental y social solo en la implementación de iniciativas de energías renovables. Para ella, el solucionismo tecnológico, la confianza en que la tecnología solucione los problemas ambientales,  instaura una “cultura de pasividad” y “no nos obliga a modificar nuestros patrones de producción, de distribución y de consumo”.

Por lo pronto, los vecinos de los barrios La Estrecha, El Pacífico, Santo Domingo y Producciones Merlín enfrentan el reto de mantener sus iniciativas y atraer a más vecinos. La clave está en compartir el conocimiento y garantizar que las nuevas generaciones asuman el liderazgo de una transición energética que sea verdaderamente justa, aprendiendo de las lecciones acumuladas.

“Nos estamos volviendo viejos y con todo lo que hemos aprendido debemos decirle a la niñez que no es difícil hacer estos proyectos energéticos. Ellos también hacen parte de la comunidad y son quienes se van a quedar en este planeta cuando nosotros ya no estemos”, afirma James Rúa.

Esta historia fue producida en el marco del proyecto Narrar la TEJ, impulsado por las organizaciones de la Alianza Potencia Energética Latam.